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Goya Toledo | Crítica de Acantilado en Cinemanía
En el Cinemanía de Junio contiene una crítica de Acantilado en la que se destaca la transformación de Goya Toledo: Una irreconocible Goya Toledo (trasmutada en una poli workaholic sin rastro de su marcada feminidad) Hay algo terrorífico en las sectas. Algo oscuro que, sin embargo, nos atrae. Ese misterioso mecanismo funcionó con la directora Helena Taberna cuando buscaba material literario que adaptar en su siguiente película. Lo encontró finalmente en El contenido del silencio, al parecer la última novela que Lucía Etxebarria pretende publicar, en lo que ella ha definido como una significada protesta a la desvergonzada piratería que asola a la industria cultural. Acantilado, versión con algunos cambios sobre el original, es la historia de Gabriel (impecable Daniel Grao), un juez de Bilbao que repentinamente se traslada a las Islas Canarias ante la posible muerte de su hermana pequeña. Una vez allí, y en compañía de la siempre atractiva y resuelta Juana Acosta y de una irreconocible Goya Toledo (trasmutada en una poli workaholic sin rastro de su marcada feminidad), el juez investiga la desaparición de su hermana –inquietante Ingrid García Jonsson como hilo conductor ausente– y su posible vinculación con una secta local que, en un suicidio colectivo, se arrojó colectivo de un acantilado. Helena Taberna, que lleva una trayectoria entera indagando en la identidad humana (qué nos hace ser quiénes somos) sigue en la senda de Yoyes, su celebrada mirada sobre la etarra que intentó sin éxito abandonar la banda terrorista, para cuestionar, en este thriller frío y eficiente, hasta qué punto somos lo que somos por el contexto en el que estamos, por la familia a la que pertenecemos, por la pareja con la que nos juntamos, por los hijos que tenemos… Es decir, si, como ocurre con los desesperados que entran en sectas y acaban matándose desde acantilados, somos quienes somos y los grupos a los que pertenecemos, en busca de legitimación.
Goya Toledo, acantilado, critica, cinemania
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Acantilado. Santana. Goya Toledo

01 Jun Crítica de Acantilado en Cinemanía

En el Cinemanía de Junio contiene una crítica de Acantilado en la que se destaca la transformación de Goya Toledo:

«Una irreconocible Goya Toledo (trasmutada en una poli workaholic sin rastro de su marcada feminidad)»

Hay algo terrorífico en las sectas. Algo oscuro que, sin embargo, nos atrae. Ese misterioso mecanismo funcionó con la directora Helena Taberna cuando buscaba material literario que adaptar en su siguiente película. Lo encontró finalmente en El contenido del silencio, al parecer la última novela que Lucía Etxebarria pretende publicar, en lo que ella ha definido como una significada protesta a la desvergonzada piratería que asola a la industria cultural.
Acantilado, versión con algunos cambios sobre el original, es la historia de Gabriel (impecable Daniel Grao), un juez de Bilbao que repentinamente se traslada a las Islas Canarias ante la posible muerte de su hermana pequeña. Una vez allí, y en compañía de la siempre atractiva y resuelta Juana Acosta y de una irreconocible Goya Toledo (trasmutada en una poli workaholic sin rastro de su marcada feminidad), el juez investiga la desaparición de su hermana –inquietante Ingrid García Jonsson como hilo conductor ausente– y su posible vinculación con una secta local que, en un suicidio colectivo, se arrojó colectivo de un acantilado.

Helena Taberna, que lleva una trayectoria entera indagando en la identidad humana (qué nos hace ser quiénes somos) sigue en la senda de Yoyes, su celebrada mirada sobre la etarra que intentó sin éxito abandonar la banda terrorista, para cuestionar, en este thriller frío y eficiente, hasta qué punto somos lo que somos por el contexto en el que estamos, por la familia a la que pertenecemos, por la pareja con la que nos juntamos, por los hijos que tenemos… Es decir, si, como ocurre con los desesperados que entran en sectas y acaban matándose desde acantilados, somos quienes somos y los grupos a los que pertenecemos, en busca de legitimación.

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