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Goya Toledo | Crítica de Acantilado en la revista Accion
La revista de cine Acción trae en su número de Junio una buena crítica sobre Acantilado haciendo especial hincapié en el papel de Goya Toledo: El paisaje canario sirve como telón de fondo de una bien orquestada y narrativamente bien construida intriga en la que lo primero que me ha sorprendido positivamente ha sido el trabajo de Goya Toledo y Daniel Grao y el excelente pulso con el que Helena Taberna, que ya había tocado un palo similar con su película Yoyes, navega por la temática policial sin por ello descuidar las características no genéricas y más mainstream de la historia que nos cuenta. Taberna traslada a la pantalla la novela de Lucía Etxebarría sobre una variante de protagonismo compartido que le permite abordar los distintos aspectos y subtramas, las historias que construyen el conjunto de intriga viajando más allá de la intriga central -¿por qué se distanciaron los dos hermanos?-, que significativamente no llega a resolverse. Se plantea esa pregunta, por qué, pero no se le da respuesta realmente, posiblemente porque es una incógnita que no es fácil despejar, como tantas otras incógnitas esenciales de nuestras vidas, mucho más esquivas en su resolución que las intrigas dl cine policíaco propiamente dicho. Esa “no-resolución” de lo ocurrido en el pasado de la chica desaparecida nos da una clave esencial para entender que aunque en su superficie Acantilado pueda ser y funcionar como un relato policial, de género, aspira y consigue ser sobre ello un interesante paseo por un grupo de personajes perdidos en sus propios laberintos, para los que el laberinto de suspense que han de recorrer en este largometraje es sólo un fragmento del laberinto que es toda su vida. De manera que, sin dejar de ser cine de intriga policial, es al mismo tiempo un interesante estudio de personajes que saca buen partido al flashback con enorme fluidez para darle consistencia a su puzle de sucesos, al cruce de pasado y presente. Trabaja con gran habilidad y flexibilidad la presentación y construcción de sus personajes y los distintos momentos en que se desarrollan las varias historias que habitan los personajes. Otro apunte positivo es la sobriedad y la economía de gestos y tiempos aplicada a la narración, haciendo buen uso del montaje para encajar las piezas del enigma. Esta sobriedad y economía es fundamental para que funcione con buen ritmo el largometraje. En una fórmula de serie televisiva, con este mismo material podrían haberse permitido el lujo de extenderse en el desarrollo de las subtramas y poner en marcha algo parecido a la serie Mar de plástico, de Antena 3, por poner un ejemplo reciente del tipo de producto que nos ha propuesto recientemente en la pequeña pantalla, pero en el largometraje el tiempo es oro, cada segundo, cada gesto, cada plano, cuenta. Y Helena Taberna administra muy bien sus recursos visuales para sacar adelante este rompecabezas, dejando espacio al espectador para que participe en el viaje por el laberinto que recorren los personajes. Ejemplo de ello es cómo con solo dos secuencias establece la vinculación de Goya Toledo con uno de los personajes, o cómo en otras dos secuencias plantea el conflicto que se plantea entre el personaje de Daniel Grao y su pareja, o cómo nos cuenta con poco más que algunas pinceladas la vida en la secta, administrando cuidadosamente los detalles para no caer en efectismo gratuito y morboso. El cuidadoso equilibrio que mantiene Taberna entre la mirada distanciada de los acontecimientos y la intensidad con la que se chocan, más que encontrarse, los personajes, es reflejo de esa incógnita central no resuelta que mencionaba antes en el pasado de los hermanos. El distanciamiento emotivo de Daniel Grao del resto de los personajes –la última conversación telefónica con su pareja y la despedida del personaje de Juana Acosta-, queda explicado con la máxima economía de metraje, desde la sobriedad, y al mismo tiempo se filtra a la propia mirada objetiva de los hechos que se van desplegando sobre la intriga, al tiempo que se mantiene en perfecto equilibrio con la visceral manera de conducir la investigación de la policía interpretada por Goya Toledo. Entre esos dos polos se desarrolla esta interesante película policíaca.
Goya Toledo, acantilado, critica, revista Accion
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Goya Toledo. Acantilado

05 Jun Crítica de Acantilado en la revista Accion

La revista de cine Acción trae en su número de Junio una buena crítica sobre Acantilado haciendo especial hincapié en el papel de Goya Toledo:

El paisaje canario sirve como telón de fondo de una bien orquestada y narrativamente bien construida intriga en la que lo primero que me ha sorprendido positivamente ha sido el trabajo de Goya Toledo y Daniel Grao y el excelente pulso con el que Helena Taberna, que ya había tocado un palo similar con su película Yoyes, navega por la temática policial sin por ello descuidar las características no genéricas y más mainstream de la historia que nos cuenta. Taberna traslada a la pantalla la novela de Lucía Etxebarría sobre una variante de protagonismo compartido que le permite abordar los distintos aspectos y subtramas, las historias que construyen el conjunto de intriga viajando más allá de la intriga central -¿por qué se distanciaron los dos hermanos?-, que significativamente no llega a resolverse. Se plantea esa pregunta, por qué, pero no se le da respuesta realmente, posiblemente porque es una incógnita que no es fácil despejar, como tantas otras incógnitas esenciales de nuestras vidas, mucho más esquivas en su resolución que las intrigas dl cine policíaco propiamente dicho.

Esa “no-resolución” de lo ocurrido en el pasado de la chica desaparecida nos da una clave esencial para entender que aunque en su superficie Acantilado pueda ser y funcionar como un relato policial, de género, aspira y consigue ser sobre ello un interesante paseo por un grupo de personajes perdidos en sus propios laberintos, para los que el laberinto de suspense que han de recorrer en este largometraje es sólo un fragmento del laberinto que es toda su vida. De manera que, sin dejar de ser cine de intriga policial, es al mismo tiempo un interesante estudio de personajes que saca buen partido al flashback con enorme fluidez para darle consistencia a su puzle de sucesos, al cruce de pasado y presente. Trabaja con gran habilidad y flexibilidad la presentación y construcción de sus personajes y los distintos momentos en que se desarrollan las varias historias que habitan los personajes. Otro apunte positivo es la sobriedad y la economía de gestos y tiempos aplicada a la narración, haciendo buen uso del montaje para encajar las piezas del enigma. Esta sobriedad y economía es fundamental para que funcione con buen ritmo el largometraje.

En una fórmula de serie televisiva, con este mismo material podrían haberse permitido el lujo de extenderse en el desarrollo de las subtramas y poner en marcha algo parecido a la serie Mar de plástico, de Antena 3, por poner un ejemplo reciente del tipo de producto que nos ha propuesto recientemente en la pequeña pantalla, pero en el largometraje el tiempo es oro, cada segundo, cada gesto, cada plano, cuenta. Y Helena Taberna administra muy bien sus recursos visuales para sacar adelante este rompecabezas, dejando espacio al espectador para que participe en el viaje por el laberinto que recorren los personajes. Ejemplo de ello es cómo con solo dos secuencias establece la vinculación de Goya Toledo con uno de los personajes, o cómo en otras dos secuencias plantea el conflicto que se plantea entre el personaje de Daniel Grao y su pareja, o cómo nos cuenta con poco más que algunas pinceladas la vida en la secta, administrando cuidadosamente los detalles para no caer en efectismo gratuito y morboso. El cuidadoso equilibrio que mantiene Taberna entre la mirada distanciada de los acontecimientos y la intensidad con la que se chocan, más que encontrarse, los personajes, es reflejo de esa incógnita central no resuelta que mencionaba antes en el pasado de los hermanos. El distanciamiento emotivo de Daniel Grao del resto de los personajes –la última conversación telefónica con su pareja y la despedida del personaje de Juana Acosta-, queda explicado con la máxima economía de metraje, desde la sobriedad, y al mismo tiempo se filtra a la propia mirada objetiva de los hechos que se van desplegando sobre la intriga, al tiempo que se mantiene en perfecto equilibrio con la visceral manera de conducir la investigación de la policía interpretada por Goya Toledo. Entre esos dos polos se desarrolla esta interesante película policíaca.

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